miércoles, 12 de octubre de 2011

Ronaldinho Gaúcho, el camino del genio (2)

Tras el soberbio espectáculo con el que se presentó, tras aquella muestra
de elegancia para todo aquel que seguía su juego...

Aquel adolescente que hace poco ganaba un Mundial U'17 en Egipto se estaba abriendo hueco
a pasos agigantados en el deporte profesional. Siguió madurando en su juego tras la lección de
Sydney en 2000, y por supuesto desarrollando una personalidad abrumadora dentro del vestuario.
Saltaba a cada estadio sabiendo que si se lo proponía podía ser el MVP ese día. Si se esforzaba
al máximo pocos estaban a su nivel. Cierto que aún jugaba en una Liga menor como es el Brasileirao
pero su capacidad no dejaba lugar a dudas; este chico iba a ser una apuesta segura en Europa.

En la actualidad, varios jugadores sudamericanos llegan precipitadamente al viejo continente, pero
no era uno de ellos. Nadie dudaba de él porque ni él mismo dudaba de sí.


Se empezó a creer en Dinho más allá de su Brasil natal. Su nombre ya sonaba como el del chico que
hace cosas diferentes mientras juega, ese descarado de pelo extraño que muestra los dientes cuando
está en el césped. Cada vez eran más los admiradores de un atrevido jugón que salió de las favelas
para darle la última Copa América del siglo XX a la Canarinhadonde se estaba ganando un nombre.

Sabían los hinchas de Porto Alegre que sus días allí estaban contados y lo entendían, pues resultaba
imposible retener y cortarle el vuelo a una de las próximas estrellas mundiales. Les dolió ver marchar
de casa a alguien, que hiciera lo que hiciera, para ellos siempre sería considerado una celebridad.
Llegaron ofertas desde cada ciudad europea donde habían visto sus videos majestuosos, cada informe
de ojeadores y scoutings era claro: "Fíchenlo. Es todo lo bueno que pensábamos. Y será mejor".
No se equivocaban, sobre todo los técnicos de PSV Eindhoven y Paris Saint Germain, que realizaron
las pujas más elevadas. La historia continuaba, pero en realidad, no había hecho más que empezar.

Los parisinos realizaron la negociación sin tener el consentimiento del club brasileño, y un nefasto entendimiento entre dirigentes provocó que el principal interesado, el propio futbolista, no pudiera jugar oficialmente en varios meses, quedando obligado a ver la Ligue 1 desde la grada esperando debutar.
Cuando el problema fue solucionado y pudo poner al fin su talento a disposición del espectador europeo, recordó las palabras de João, su padre, recordó el enorme esfuerzo que su hermano Roberto seguía
haciendo por él; recordó, entonces, que había llegado el momento de dar el golpe definitivo encima
de la mesa y demostrarle al mundo que no era uno más del negocio. Ahora, llegaba su momento.


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