El viejo continente tiene la fortuna de presenciar los duelos más competitivos, independientemente del país donde se lleven a cabo
(Alemania, Inglaterra, España, Italia o Francia) diversas escuadras
regalan un juego depurado que años atrás ni se llegó a imaginar.
Este post en realidad se remonta a finales del mes de Marzo. Como cada fin de semana me senté a ver
al líder de la Bundesliga, ese Dortmund que comenzó a enamorarme hace ya tres temporadas y media.
Conocí por Axel Torres y el equipo de Marcador Int. que Jürgen Klopp (ex-manager del Mainz 05) había desembarcado en el BVB siendo acogido entre innumerables elogios tras los primeros encuentros.
Como tanta inquietud no me permitía conocer de oídas algo tan llamativo, me dispuse a verlo.
Creo que de todo lo vivido en deporte estos cuatro últimos años, una de las mejores cosas que pude hacer
fué sentarme aquel sábado frente a la pantalla. Una sensación iba aumentando en mi mente con el paso
de los minutos: Al campeonato alemán le va a venir genial contar con esta apuesta, si la continuidad
en el Borussia logra mantenerse durante al menos dos temporadas -un año bueno puede tenerlo cualquier
equipo- pueden ir dándole como uno de los candidatos para entrar en Europa League, y por que no, verlos creciendo más allá en Champions en un futuro bastante próximo.
Pues bien, este equipo jugándose de nuevo el campeonato perdía 1-0 frente al Köln de Podolski,
y no solo le dió la vuelta al marcador, sino que lo dejó en un humillante 1-6 final. La mayoría de goles fueron gracias a combinaciones, a jugadas entre compañeros que asumen ser mejores si actúan como conjunto. Esa es la idea, y sin más complicación la llevan a cabo cada fin de semana. No es sencillo aguantar un nivel tan exigente en primera línea mundial pero han instalado una mentalidad que lo hace bastante llevadero. Una mentalidad colectiva.
Es verdad que el primer año, ese no tan lejano 2008, el conjunto amarillo y negro no arrollaba como ahora
tiene por costumbre hacer, pero en aquel plantel ya se vislumbraban varias luces a lo largo del camino.
Esas 'luces' tenían nombre propio, y cada una está brillando con insistente fuerza. Si bien es cierto que
una se apagó este verano, y tal vez por emigrar lejos de Dortmund en su mejor momento: Nuri Sahin.
El turco no tiene minutos ni ritmo en el Real Madrid. Empezó con una lesión en verano (Gira por E.E.U.U)
y en pleno mes de Abril no ha entrado con asiduidad en las rotaciones de Jose Mourinho. Ni lo hará.
Con la Selección de Turquía juega de inicio pero ni por asomo se atisba al Sahin del curso 2010-2011.
Lo que hizo en Bundesliga tras volver de una cesión al Feyenord en 2007 fué simplemente evolucionar.
Cogió las riendas de un club que desde la llegada de Klopp quería implantar un estilo para ganar,
parecía fácil: Si tenemos el balón más tiempo que el contrario tendremos más posiblidades que ellos
de ganar. No importa si enfrente está el Bayern de Münich, el Schalke o el Inter de Milán,
aprenderemos a manejar la posesión lo cual significa que mandamos en el partido, o al menos
esa es nuestra intención. Y aquella misión fué algo beneficioso para Nuri, que no solo organizó
y dirigió el juego, sino que añadió varias facetas a su potencial y desarrolló otras que parecían
haberse estancado desde aquel Mundial U-17 donde él solito barrió a la Brasil de Anderson y Pato.
Sobre su capacidad no existen dudas, y los que admiramos a Sahin esperamos su regreso inmediato.
Tras un sexto y un quinto puesto, el trabajo del técnico alemán dió sus frutos el tercer curso, ganando
el Borussia nueve años después el título liguero. Se lo arrebataba a un proyecto mucho más adinerado y
probablemente más capacitado como era el Bayern Münich, se lo ganaba merecidamente a falta de dos
jornadas por disputar y con una superioridad aplastante en cuanto a dominio de juego durante todo el año.
Pocos daban crédito a los límites que en un año había alcanzado este equipo, otros pensábamos entonces
que solo era el comienzo, que algo entrañable estaba tomando la magnitud real de un proyecto que con
el tiempo merecía ir creciendo. Era el caso de este bautizado como Baby-Dortmund, que al fín podía
dar a conocer de una manera más oficial que habían vuelto. Que habían llegado para quedarse y seguir.
Ahora asusta que Mario Götze marche al eterno competidor, aunque si eso ocurriera se han cubierto la espalda con uno de los mayores talentos del actual mercado, el venido a más, Marco Reus.
Por 18 millones han atado a un jugador sencillamente brutal que encaja a la perfección en este estilo.
Además del completo trescuartista Götze, los del Norte de Westfalia cuentan en sus filas con varios
jugadores que serán deseo de otros clubes en cuestión de tiempo, por juventud y nivel de competición:
Los centrales Subotic y Hummels, los laterales Schmelzer y Piszczek, los medios Bender e Ivan Perišić...
Pero sin lugar a duda los tres nombres que más repercusión tendrán en la órbita de grandes entidades,
si consiguen mantener su actual regularidad, son Kevin Grosskreutz, Shinji Kagawa y Robert Lewandowski. El caso de este último refleja a la perfección el ideal del club germano, ya que el delantero polaco a sus 23 años ha crecido de una manera incontrolable forzando así la marcha de Lucas Barrios a la Liga China
-donde compartirá vestuario con el también millonario contrato de Darío Conca-. Sería injusto decir que Lewandowski ha aportado más que el chileno, pero la realidad indica que esta temporada ha conseguido alcanzar sus registros.
El Borussia reconquistó el sabado el cetro alemán, ganando con goles de Perišić y Kagawa. De nuevo ha vuelto a imponerse el estilo de Klopp en un país, Alemania, donde el fútbol atraviesa por un momento dulce con el gran papel del Bayern en Champions, con una prometedora Selección nacional y con la esperanza de continuar yendo a más en un futuro lo más cercano posible. La impresión es que pueden seguir creciendo y lo harán, más rápido aún si equipos como este Dortmund o el sorprendente M'Gladbach se asientan en la élite europea. El tiempo nos sacará de dudas.